1 Chronicles 17

Promesa del reino eterno

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1 ss. Cf. II Reyes 7, 1-17 (para los versículos 1-15). Véase allí las notas.
Morando ya David en su casa, dijo a Natán profeta: “He aquí, yo estoy habitando en una casa de cedro, mientras el Arca de la Alianza de Yahvé está debajo de lonas.”
2
2. Gran enseñanza. La unión con Dios mediante las virtudes teologales nos da la rectitud de corazón. Así lo entiende San Agustín cuando dice: “Ama y haz lo que quieras”.
Respondió Natán a David: “Haz todo cuanto tienes en tu corazón, porque Dios está contigo.”

3En aquella misma noche fue dirigida a Natán la palabra de Yahvé, que decía: 4
4. Mi siervo David: Solamente hombres muy santos reciben en el Antiguo Testamento el titulo honorífico de siervo de Dios, p. ej. Abrahán (Salmo 104, 6 y 42); Moisés (Éxodo 14, 31; Números 12, 7 s.); Elías (IV Reyes 9, 36; 10, 10).
“Ve, y di a mi siervo David: Así dice Yahvé: No serás tú quien me edifique Casa para que habite en ella.
5Pues no he habitado en casa alguna desde el día en que hice subir a los hijos de Israel hasta el día de hoy; sino que anduve de una tienda a otra y (siempre mudando mi) morada. 6Dondequiera que iba con todo Israel, ¿dije Yo acaso una sola palabra a alguno de los Jueces de Israel a quienes mandé apacentar a mi pueblo: Por qué no me edificáis una Casa de cedro? 7Dirás a mi siervo David: Así dice Yahvé de los Ejércitos: Yo te he tomado de la dehesa, de detrás de las ovejas, para que fueses el príncipe dé mi pueblo Israel. 8He estado contigo por dondequiera que has andado, y he extirpado a todos tus enemigos delante de ti, y te he dado nombradía semejante a la de los grandes de la tierra. 9He concedido morada a Israel, mi pueblo, y lo he plantado para que habite en su propio lugar; y no será más inquietado, ni volverán los hijos de la iniquidad a vejarlo como al principio, 10
10 ss. Aquí, como en Mateo 24, se entrelazan dos profecías separadas por un largo intervalo la una de la otra. La primera se refiere al trono de David, la segunda al Mesías; pues el reino de David y su casa tuvieron fin. Solamente en Cristo, hijo de David según la carne, se cumplirá la profecía. Véase Lucas 1, 31 ss. y Hebreos 1, 5-8.
y como en los días en que constituí Jueces sobre Israel, mi pueblo. He humillado a todos tus enemigos, y te anuncio que Yahvé va a edificarte a ti una casa.
11Cuando se te cumplieren los días para que vayas a tus padres, Yo alzaré tu descendencia en pos de ti, a uno de entre tus hijos, y haré estable su reino. 12Él me edificará una Casa, y Yo haré estable su trono para siempre. 13
13. Aquel que te ha precedido: Saúl, el primer rey.
Yo seré padre para él, y él será hijo para Mí, y no apartaré de él mi gracia, como la aparté de aquel que te ha precedido.
14Yo lo estableceré en mi Casa y en mi reino eternamente, y su trono será establecido para siempre.”

15Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, habló Natán con David.

Oración de David

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16 ss. Véase II Reyes 7, 18-29 y notas. David habla como profeta, sin alcanzar quizás a comprender todo lo que esto significará un día “en Cristo”. Sus sentimientos que unen la admiración a la gratitud, son los mismos de María Santísima en Lucas 1, 46 ss.
Fue entonces el rey David, y se sentó delante de Yahvé y dijo: “¿Quién soy yo, oh Yahvé Dios, y cuál es mi casa, para que me hayas elevado hasta aquí?
17Y esto es todavía poco a tus ojos, oh Dios; pues has hablado del lejano porvenir de la casa de tu siervo, y me miras como si fuese un hombre distinguido, oh Yahvé Dios. 18¿Qué más podrá decirte David de la honra (concedida) a tu siervo?, pues Tú conoces a tu siervo. 19Oh Yahvé, por amor de tu siervo, y según tu corazón, has hecho toda esta cosa tan grande, para manifestar todas estas grandezas. 20Oh Yahvé, no hay semejante a Ti, ni hay otro Dios fuera de Ti, según todo lo que hemos oído con nuestros oídos. 21
21. Cf. Deuteronomio 4, 6-8 y 33-38; Salmo 147, 9.
Y ¿qué otra nación hay en la tierra semejante a Israel, tu pueblo, que Dios fue a rescatar para hacerlo pueblo suyo? Así te ganaste un nombre mediante obras grandes y terribles, arrojando naciones de delante de tu pueblo que rescataste de Egipto.
22Tú has constituido a Israel, tu pueblo, como pueblo tuyo para siempre; y Tú, Yahvé, te has hecho su Dios. 23Ahora, oh Yahvé, sea firme para siempre la palabra que has dicho respecto de tu siervo y respecto de su casa; y haz según tu palabra. 24Sí, sea firme; y sea tu nombre glorificado eternamente cuando se diga: Yahvé de los Ejércitos, el Dios de Israel, es el Dios para Israel. Y la casa de tu siervo David sea estable delante de Ti. 25Por cuanto Tú, oh Dios mío, has revelado a tu siervo que vas a edificarle una casa, por esto tu siervo se ha atrevido a orar delante de Ti. 26Ahora, Yahvé, Tú eres Dios, y Tú has prometido este bien a tu siervo. 27Y ahora te has dignado bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca siempre delante de Ti. Porque lo que Tú, oh Yahvé, bendices, es bendito para siempre.”
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